Cuando F. Fukuyama anunció el fin de la historia (1989) en su célebre artículo, era en verdad más heraldo que profeta del triunfo de una revolución neoconservadora y liberal, que había comenzado años atrás con Ronald Reagan y Margaret Thatcher. La Dama de Hierro trajo en 1979 la desregulación de los mercados, la privatización de empresas públicas o la flexibilización del empleo, en los albores de un proyecto destinado a la santificación del mercado todopoderoso y la globalización económica a finales de los noventa, a la que la menguante socialdemocracia europea no se atrevió a cuestionar mínimamente.
Tal vez en el error histórico que supuso que muchos partidos de la izquierda democrática de todo el mundo mirasen durante años con discreta complicidad a la URSS, resida la razón por la que, tras la caída del Muro de Berlín, el arrollador empuje del mercado desbocado y global se llevara por delante el modelo de estado que la socialdemocracia funda en Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
En consecuencia, la explosión del sistema, una crisis que no acaba de remitir y gobiernos maniatados por una mercadotecnia avara y sin escrúpulos que controla demasiado a la política y aprovecha la coyuntura para seguir demoliendo el estado social europeo, aunque sea a costa del desempleo y la pobreza a la que están condenando a miles de familias en nuestro país y fuera de éste. De fondo, el peligroso resurgir de la xenofobia y el neofascismo en plena UE.
En esta situación, es necesario que los socialistas reflexionemos con serenidad, pero sin perder un instante. Debemos apostar por restablecer el equilibrio entre mercado y estado con el que la socialdemocracia trajo el bienestar y la paz social.
Estos días sigo a Tomás Gómez en su periplo por los distritos y municipios de Madrid explicando su proyecto. ¿Quién dijo que no se podía hablar de ideas en estas primarias? Le oigo hablar sobre impuestos, sobre economía social, sanidad, o educación. Reflexiona en sus intervenciones sobre el modelo económico que debemos fomentar los socialistas y la necesidad de cambiar el rumbo de determinadas políticas erráticas, fundadas en las falacias del neoliberalismo o la condescendencia de las terceras vías.
Le escucho y no puedo dejar de pensar en la importancia de las primarias de Madrid. Si Tomás gana y es candidato, el PSM se fortalecerá y crecerá su influencia en el PSOE. Tal vez por eso los nervios de algunos, la acritud, las presiones. A día de hoy, Tomás representa para la inmensa mayoría de nosotros la expectativa del cambio indispensable en la Comunidad de Madrid, pero también representa un cambio en la forma de entender la política nacional. Y por qué no soñar y pensar también en trascender fronteras.
Es el reinicio de la historia, es el empeño de muchos socialistas y la esperanza de miles de ciudadanos. Tomás representa esa esperanza con humildad, entusiasmo y sinceridad. Hoy más que nunca tengo claro mi voto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario